lunes, 6 de septiembre de 2010

ASFALTO SALADO

Traté la tarde como un mero trámite para la nocturnidad,


y la encontré apurada y retrasada.


No quise pensar.




Pero galopé el asfalto agarrada a tu crin, dominando tamaña bestia…

y una lágrima partió su crisma en la carretera

por no suicidarse en mi cara.

Haciéndose amiga de la lluvia se hizo charco.






Y un suspiro feneció al alma.


Y nada tuvo un sentido al final.

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