Traté la tarde como un mero trámite para la nocturnidad,
y la encontré apurada y retrasada.
No quise pensar.
Pero galopé el asfalto agarrada a tu crin, dominando tamaña bestia…
y una lágrima partió su crisma en la carretera
por no suicidarse en mi cara.
Y un suspiro feneció al alma.
Y nada tuvo un sentido al final.
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