domingo, 28 de mayo de 2017

SOMBRAS ESTÁTICAS



Dejó de ser feliz a las cinco y cuarto. Justo en el momento en que se vio caminando sin rumbo.

Autómata.

Justo en el momento en que, por mucho que anduviera, eran las piernas de los demás la que avanzaban, no era su mundo el que giraba, era el de las otras personas, eran otros los que se reían, los que acababan rendidos de sólo hacer. Justo en el instante en que comprendió que las cuatro estaciones ya no eran de Vivaldi, eran sólo tiempos que pasaban despacio por los ojos de su madre.

Ella permanecía estática, como el polvo posado sobre un libro abandonado, como estatuas de mirada perdida que aguardan en el cementerio, como la línea infinita del horizonte en el mar, como la estrella que un día dejó de guiarla, como el agua estancada de un pozo. 

Así.
Recordó momentos, en los que ella también sabía moverse, antes de perder esa facultad. Recordó haber disfrutado de mieles, de flores, de haber cometido errores, de bailar descalza, de llorar de risa, de dejarse rodar por los prados y acabar con la cabeza llena, tanto de ideas, como de flores. De subir montes a la vez que morales, de dormir y de soñar (aunque fuera despierta). De jugar a una baraja llena de oros y de pasar los días como si tal cosa. De dar patadas en el suelo y empezar a trepar la hiedra por sus piernas. 

Recordó no haber amado lo suficiente al que más la había amado a ella, por aquello de no moverse, no vaya a ser que...

Recordó no tener mucho miedo ni demasiados enemigos, pero tener uno insertado bien adentro. Tenía otro al lado pero era invisible. 

Se vio inútil, inservible, nada eficaz. Descubrió que todos sus esfuerzos  sólo colaboraban al desencuentro y se sintió muy confundida, desplazada, desatendida y sola. 

Nunca se había soltado de su sombra y ahora no sabía en qué maldita pared la había perdido. 

Sin muchas pretensiones salió una mañana en su busca y tras cinco horas y cuarto la encontró quieta y cansada, camuflada en un muro de piedra, esperando volver a ser parte de ella y con la barriga llena de cymbalaria muralis. 

Se cogieron de la mano y desaparecieron.








jueves, 25 de mayo de 2017

CAMÍN DE CASA




Un día d'estos voi dir a lluciérnagues,
                 (ver, veré si les alcuentro)
y cuando tenga un buen puñau
voi llantáteles nel to pelo
pa que brilles más tovía, 
    pa qu'esa lluz se vea de bien lloñe,
        pa que sepa reconocer el camín a la mío casa,
            pa nun escaecer.


(Praos y camín  de Ferrera)


EL CAMINO A MI CASA



Un día de estos voy a ir a cazar luciérnagas,
                     (a ver si encuentro alguna)
y cuando tenga un buen puñado
te las voy a poner en el pelo
para que brilles todavía más,
       para que esa luz se vea de lejos,
              para que sepa reconocer el camino de vuelta a casa,
                     para no olvidarme.

miércoles, 17 de mayo de 2017

ALONDRA




De vez en cuando me dejo caer. 
Hacia arriba.
En un levitar surrealista me vuelvo transparente
agua
nube
a veces tormenta,
y desaparecen mis ojos humanos que tanto anhelan dejar de ver.

Y los huesos dejan de ser lastre. 
Y dejo atrás el miedo, 
el vértigo, 
sólo soy viento y soplo a mi antojo,
viento, 
que a veces baja, y acaricia las crestas de las olas
o las briznas de la hierba nueva,
viento, 
que despeina tu pelo entre risas esperando que me respires.

A veces me vuelvo alondra 
y al último rayo de sol bajo en picado a mi nido 
que está anclado en el suelo y cubro con las alas a los míos, 
pasando la noche en vela
a la espera de la mañana de vainilla y mandarina 
para poder volver a entonar mi canto.