lunes, 25 de abril de 2016

LAS DOCE



Medianoche.

Sonaron las doce como un cataclismo, 
como suena la condena de quien acaba de perder.
Doce golpes en el pecho,
adentro.

Mucho dolor.

Mis manos, 
 doce veces quisieron tenerte aquí y  tocarte,
doce veces se cerraron sobre sí mismas sangrando,
padeciendo el dolor de las tuyas.
Besé la palma de tus manos.

Amor y lascivia.

Doce besos salados.
Las lágrimas seguían ruta y surcos laterales 
y llegaron a nuestras bocas,
 no nos importó.
También ardía una chispa.
Nos besamos tragándonos nuestra sal,
mezclada en saliva y miel.
La meta era el cielo, el de tu boca.

Azul, 
como esa luz que lleva tiempo alumbrándome, 
en el día, en mis andares 
y en la noche, 
cuando lo demás no existe, cuando todo duerme menos yo.

Nos tragamos palabras, las más dulces, las que nunca nos dijimos.

Dijimos de menos, dijimos de más. Dijimos verdades.

Te dije.
Dije tu nombre, tu nombre porque le queda bien a mi aliento. 
Lo dije una, dos, doce veces.
En la noche de las doce tormentas,
doce pilares se tambalearon 
y tu nombre explotó gozando entre un escándalo de risas.

Fui tan feliz.

Silencio, es un secreto.

martes, 12 de abril de 2016

LUZ


Manaban mariposas de mi boca 
como manan los sapos de los charcos , 
como la lluvia mana de las nubes,
las lombrices de la tierra,
como mana la ola y abandona el mar,
como el manantial,
como mana todo lo que está en abandono de su hábitat,
así manaban.

Revoloteaban en la garganta,  abrí la boca,
y  salían explosionando en fuegos artificiales que subieron al cielo oscuro
y lo llenaron de luz,
de color azul.

Intensa 
miré al cielo con aquella luminiscencia  perfecta.

Los estallidos y el fulgor se grabaron en mi retina originando que toda yo me contrajera y explotara con la pólvora, 
como la pólvora...
(boom)

Aún siento las reminiscencias de aquella luz, que se fue  apagando mientras caía sobre mi cuerpo
confeccionando un vestido, transparente, sólo visible para mí, que ha quedado adherido a mi piel.


 Luz.

miércoles, 6 de abril de 2016

SIN SAL

Recuerdo el día que se paró el tiempo.

Me quedé muda, 
    sorda, 
        incapaz. 

Me quedé vacía y sosa.

Mentalmente un cero, pentapléjica si es que existe.

Bulto  torpe, ojiplático y asustado.

        Pequeña.

Una nada envuelta en piel.
Cuero que se tornó cetrino con los andares perdidos y el paso de unos días que no apuntaban tantos.

Nieve, lluvia, viento, sol... no importa.
Cielos y nubes que ya no cantan.

La marea no subía lo suficiente y yo necesitaba el mar.
Improvisé uno que me huye,
que me moja y luego se va,
que siempre se escapa al quitar el tapón.

    No sirve,         no tiene olas.

Dame mi mar, que es sólo un poco.
Mímame, que me dejo.
Sonríeme... porque ahí el tiempo nunca tuvo importancia.


¿Cómo no libar lasciva la vida que se me puso delante?