¡Qué bonito era caminar cogidos de la mano!
así, como si nada,
así, como si todo.
Se quedan cortos mis "todos", mis "nadas", mis "a veces"...
Caen oblicuos contra mis sienes despistadas,
desgastadas por el roce de los muros de contención
que me empeño en rebasar
sin apenas éxito.
Mis ascuas fraguan el poco aliento que me queda,
mis brasas el de los demás ingratos escupientes de palabras ardientes,
hirientes,
derrotadas de falacia espesa,
ignorante y vergonzosa.
Cala lento
cala al hueso
cala cada beso que no das
ahogándolo en el cielo de tu boca
y desapareces.
Somos los mismos gilipollas
que creían quererse ayer
y hoy cruzamos aceras
cada uno por su lado
dejando farolas por el medio
sin aquellas manos impertinentes
que siempre se estrellaban contra ellas.
Los bolsos se llenan de mano,
el gesto cambió, por amargo, a seco
y al pelo ya no lo despeina el viento
que vaga errante entre nosotros dos
los desconocidos.
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