martes, 18 de abril de 2017

FLORES



Con las manos entrelazadas y mirando al techo,
los tempos iban pasando, sin poder evitar el escalofrío casi continuo que corría por su espina dorsal. 

Hay quién lo llama miedo.

Qué raro era ver a la gente caminando o riendo, ver a la señora farmacéutica con su sonrisa perenne de dientes falsos o ver al panadero... despachando... como si nada. 

La vida continuaba igual pero ya nada era lo mismo.

Iban tan felices que  jodía.

Todo se detuvo. Ya nada quedaba por desenvolver. La palabra "sorpresa" no cabía en su diccionario.

Entre simulacros y cigarros, le daba su espacio a la pena y al respirar algo de aire. 

Momento impuro.

Vio a la tierra tornarse gris, ceniza...la vio caminar sola, de la mano de una ausencia que sólo se llenaba al caminar descalza por la alfombra tierna que la hierba le ofrecía. 

Era una niña, miedosa, con el llanto a flor de piel, desesperada, aburrida y sin mucha expectativa. Era una anciana derrumbada, sumisa a unas circunstancias, hecha a una idea, humilde, pero enfadada. Era una niña rebelde, mas postergada.
No era humana, mas se moría. 

Lágrimas, miedos, esperas y añoranzas. Eso era todo.

Entre uno y otro nació la esperanza, pero era una niña de pecho y poco tenía para ofrecerles.

Sólo el aroma de unas rosas lo cambió todo en un segundo. 

Eternidad.