martes, 30 de enero de 2018

DOS DESCONOCIDOS


¡Qué bonito era caminar cogidos de la mano!
       así, como si nada,
       así, como si todo. 

Se quedan cortos mis "todos",  mis "nadas",  mis "a veces"...
Caen oblicuos contra mis sienes despistadas,
desgastadas por el roce de los muros de contención 
que me empeño en rebasar 
sin apenas éxito.

Mis ascuas fraguan el poco aliento que me queda, 
mis brasas el de los demás ingratos escupientes de palabras ardientes,
hirientes, 
derrotadas de falacia espesa, 
ignorante y vergonzosa. 

Cala lento 
cala al hueso 
cala cada beso que no das 
ahogándolo en el cielo de tu boca 
y desapareces.

Somos los mismos gilipollas 
que creían quererse ayer 
y hoy cruzamos aceras 
cada uno por su lado 
dejando farolas por el medio 
sin aquellas manos impertinentes 
que siempre se estrellaban contra ellas. 

Los bolsos se llenan de mano, 
el gesto cambió, por amargo, a seco 
y al pelo ya no lo despeina el viento 
que vaga errante entre nosotros dos 
los desconocidos.