Esa que te prueba me envenena.
Dame tu aliento,
y puede que mi nuca haga algo con él.
Yo amo, te aman, tú amas.
Cuanto.
Amas a quien no va a oirlo jamás
porque está a oscuras y moribundo.
Pobre ciego siendo vela de dos.
Y no sirve la acritud de tus muelas
(que mascan y masacran cansadas tu rabia de a diario),
ni las formas orondas que nos rodean.
No sirven las luces que atormentan mis entrañas,
ni los amores que manan a borbotones por las venas
no valen , dan pena
porque mandan más las cremalleras.
Ya el viento pasó de largo.
Ya los ríos no cantan ni a mis piedras ni a ti.
Las tintas ya no manchan,
solo lloran hacia adentro y
no dicen nada.
¿Por qué os calláis?
Porque solo las hienas saben reir…entre carroña.
La caricia del asco se apoderó de mí
no dejándome tolerar ni el oscuro arrastrar de una babosa,
tan ensordecedor…
No vale restregar el alma por las paredes
ni desenvolverte hacia afuera,
ni clavar un gesto en el mármol
por donde camino a diario con pies descalzos
muriéndome un poco de frío
y llenándome de callos.
No se permite caminar
no se permite perdonar
no se permite abrazar
no se permite besar
no se permite bailar
no se permite mirar
no se permite sudar
no se permite follar
no se permite beber sin sed
no se permite respirar.
No
está
permitido
permitir.
pero esta vez sin cocacola.
No hay comentarios:
Publicar un comentario