sábado, 14 de agosto de 2010

INTRANSIGENCIA HOSTIL

Quien me mira te ve.



Esa que te prueba me envenena.


Dame tu aliento,


  y puede que mi nuca haga algo con él.






Yo amo, te aman, tú amas.






              Cuanto.






Amas a quien no va a oirlo jamás


porque está a oscuras y moribundo.


Pobre ciego siendo vela de dos.






Y no sirve la acritud de tus muelas


(que mascan y masacran cansadas tu rabia de a diario),


ni las formas orondas que nos rodean.






No sirven las luces que atormentan mis entrañas,


ni los amores que manan a borbotones por las venas


no valen , dan pena


porque mandan más las cremalleras.






Ya el viento pasó de largo.


Ya los ríos no cantan ni a mis piedras ni a ti.


            Las tintas ya no manchan,


            solo lloran hacia adentro y


no dicen nada.


                        ¿Por qué os calláis?


Porque solo las hienas saben reir…entre carroña.






La caricia del asco se apoderó de mí


no dejándome tolerar ni el oscuro arrastrar de una babosa,


tan ensordecedor…






No vale restregar el alma por las paredes


ni desenvolverte hacia afuera,


ni clavar un gesto en el mármol


por donde camino a diario con pies descalzos


muriéndome un poco de frío


y llenándome de callos.










No se permite caminar


no se permite perdonar


no se permite abrazar


no se permite besar


no se permite bailar


no se permite mirar


no se permite sudar


no se permite follar


no se permite beber sin sed


no se permite respirar.






No


     está


          permitido


                       permitir.






El cacique vuelve a estar de moda,


pero esta vez sin cocacola.

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