que andan al acecho intentando saltar sobre él,
en un despiste…
Duerme, queriendo vivir ahí metido siempre,
en sus sueños,
donde se encuentra, cuando menos,
a salvo....
Duerme, y casi parece un alma embotellada,
en preciosa vasija de cristal labrado a golpe de besos y quereres…
que alguna romperá con gritos jadeantes sin siquiera ruborizarse.
Y ni la furia de los dioses imaginarios puede llegar tan adentro.
Grita, ahogando lágrimas y derramando ecos.
Canta, desgranando en cada nota su miedo.
Vive, como si vivir fuera cosa de uno,
solo de uno.
Anda, como perro mojado bajo una lluvia desbocada,
cegado por los ojos de un vehículo a motor.
Se detiene y piensa y sigue caminando sin detenerse a pensar más.
Mece a las gentes con su mirada, con sus brebajes mágicos para unos cuantos.
Ama, como si no supiera por donde empezar y no acaba,
nunca acaba.
Come poco.
Fuma mucho.
Bebe con suma avaricia como tú y como yo,
y se hace sombra bajo los rayos del sol.
Los ángeles andan planteándose tener sexo al fin,
y dejar de ser tan amorfos, tan memos,
solo para meterse en su cama.
Todos sus engranajes abocan a la desgracia más hermosa, pero eso lo sabe solo él.
De su misticismo no seré más cómplice, pero eso lo sé solo yo.
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