Una noche por delante.
Insomnio.
Aferrada a una almohada
que está demasiado harta de mí,
enredo mi mente en recuerdos
que me llevan al cansancio,
y al deleznable aburrimiento,
el de las cuatro menos cuarto
y mirando techo,
desencadenando un sueño
probablemente enriquecedor,
que sigilosamente
me puede,
y muero.
Mañana nazco otra vez.
Mañana siempre es un buen día para empezar de nuevo...
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