La vida continuaba igual, millones de personas en fin de año con gorritos rojos y un pompóm, borrachos, haciendo eco de su profundo amor por los demás.
Feliz año, feliz navidad, felices fiestas, feliz felicidad, incluso hubo quién dijo una vez: Feliz Reyes (...) me llevé las manos a la cara, negando con la cabeza.
Los hipócritas seguían campando a sus anchas armados esta vez con gorritos, cava y buenos sentimientos...
El pánico se apoderó de las buenas gentes en la ciudad del rock.
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