Recuerdo
el día que se paró el tiempo.
Me
quedé muda,
sorda,
incapaz.
Me quedé vacía y sosa.
Mentalmente
un cero, pentapléjica si es que existe.
Bulto torpe, ojiplático y asustado.
Pequeña.
Una
nada envuelta en piel.
Cuero
que se tornó cetrino con los andares perdidos y el paso de unos días
que no apuntaban tantos.
Nieve,
lluvia, viento, sol... no importa.
Cielos
y nubes que ya no cantan.
La
marea no subía lo suficiente y yo necesitaba el mar.
Improvisé
uno que me huye,
que me
moja y luego se va,
que
siempre se escapa al quitar el tapón.
No
sirve, no tiene olas.
Dame mi
mar, que es sólo un poco.
Mímame,
que me dejo.
Sonríeme...
porque ahí el tiempo nunca tuvo importancia.
¿Cómo
no libar lasciva la vida que se me puso delante?
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