miércoles, 6 de abril de 2016

SIN SAL

Recuerdo el día que se paró el tiempo.

Me quedé muda, 
    sorda, 
        incapaz. 

Me quedé vacía y sosa.

Mentalmente un cero, pentapléjica si es que existe.

Bulto  torpe, ojiplático y asustado.

        Pequeña.

Una nada envuelta en piel.
Cuero que se tornó cetrino con los andares perdidos y el paso de unos días que no apuntaban tantos.

Nieve, lluvia, viento, sol... no importa.
Cielos y nubes que ya no cantan.

La marea no subía lo suficiente y yo necesitaba el mar.
Improvisé uno que me huye,
que me moja y luego se va,
que siempre se escapa al quitar el tapón.

    No sirve,         no tiene olas.

Dame mi mar, que es sólo un poco.
Mímame, que me dejo.
Sonríeme... porque ahí el tiempo nunca tuvo importancia.


¿Cómo no libar lasciva la vida que se me puso delante?

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