Destella hasta cegar
la luz que se escapó
víctima de tan fascinante torpeza...
Ahoga hasta morir
el agua que manaba de sus ojos
límpidos,
cristalinos,
cansados...
Empapa sin mojar
la lluvia que arrojó
sin cuidado en su ventana,
no llegando a caer nunca sobre el asfalto
tan sediento...
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