Caminó sin sujetar su alma.
Se fue directo a esa espiral de locura
que te atormenta,
adentro,
cerca del hígado,
y tuvo que lavar su rostro en la cara de la gente,
y tuvo que beber hasta el último verso
que aún flotaba entre los hielos,
y se embriagó de nuevo.
Y borracho de poesía,
vomitó las más hermosas palabras.
Entonces,
volvió a ser persona.
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