Cae la noche y los párpados.
Caen las bocas difamadoras y difamadas,
ensuciadas de besos que nunca serán
poesía.
Los noctámbulos caen,
caen los nichos,
los dichos,
los por qués fosforescentes que pusieron
chispa en un ojo
y le cobraron su parte más barata,
la de abajo.
Caen la una,
las dos,
caen mis espaldas del revés.
Cae la espada que parte la noche en dos,
la oscura y la menos clara,
caen todos en una luna que cae encima de
mí
que pretende aplastarme…
me aplasta.
Caen quirófanos embarrados en la parte
de atrás del ciego,
los cuchillos sangrantes,
goteantes,
todo cae.
Caen las dudas encima de mis esputos y mis heridas
para que venga el perro,
que a diario pasa olisqueando tus charcos,
que a diario pasa olisqueando tus charcos,
y las lama.
Aúllan los lobos cuando caen gozando
y se agazapan a la vera de tu cama.
Aúllas tú,
huyes,
caes.