Cae la noche y los párpados.
Caen las bocas difamadoras y difamadas,
ensuciadas de besos que nunca serán
poesía.
Los noctámbulos caen,
caen los nichos,
los dichos,
los por qués fosforescentes que pusieron
chispa en un ojo
y le cobraron su parte más barata,
la de abajo.
Caen la una,
las dos,
caen mis espaldas del revés.
Cae la espada que parte la noche en dos,
la oscura y la menos clara,
caen todos en una luna que cae encima de
mí
que pretende aplastarme…
me aplasta.
Caen quirófanos embarrados en la parte
de atrás del ciego,
los cuchillos sangrantes,
goteantes,
todo cae.
Caen las dudas encima de mis esputos y mis heridas
para que venga el perro,
que a diario pasa olisqueando tus charcos,
que a diario pasa olisqueando tus charcos,
y las lama.
Aúllan los lobos cuando caen gozando
y se agazapan a la vera de tu cama.
Aúllas tú,
huyes,
caes.
Te define muy bien Félix E. Cuesta comprender tus poemas, en este caso "Golpes Huecos", pero cuando llego creo, al fondo, entreveo lo que quieres decir, siento pena, no lloro porque hace tiempo que estoy seco. No se te puede pedir que dejes de escribir tan bien, pero te lamento.
ResponderEliminarDesde el trabajo. E.A.
Algunos de mis poemas son enrevesados pero en verdad creo que se pueden adivinar muchas cosas, luego está también la sensibilidad de la persona que los lea porque, al menos a mí me pasa cuando leo, un mismo poema adquiere matices muy diferentes dependiendo de la persona o inclusive del estado de ánimo con el que se lean.
ResponderEliminarMuchas gracias otra vez Eduardo por leer y comentar.