llena de herrumbre y centenaria,
transparente sólo para mí,
y hacía de pase de las motas de polvo flotantes,
mostrando un efecto de mil mariposas danzantes en un ciclo infinito.
Los cinco dedos que sujetaban mi cara
bailaban las melodías del altavoz supurante
y estirándose con delicadeza pudieron tocar el sol,
trazando una espiral en la inmensa y opaca nada.
Tarde me di cuenta de que me había muerto ya,
que mi alma rubricada descansaba entre las tablas raídas del suelo sucio,
tarde me di cuenta de que mi yo andante era solo un espejismo,
de que yo ya no estaba,
porque me quedé en otro sitio mejor.
En la risa eterna.
Poeta! me ha encantado! abrazos! ML
ResponderEliminarmi querida Eme, muchas gracias... qué te puedo decir que tú no sepas...un abrazo!!!
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