Una vez volaron corazones por los aires
en mil pedazos.
Toda su rutina,
ensortijada con veneno y besos,
ornaba puramente su ser.
Y se dio a la vida.
Y a la locura.
Y acompañado de su miedo
siguió...
para al fin,
tocar otra puerta,
que no estaba cerrada,
pero tampoco se abrió.
Y sintió su muerte con carácter retroactivo.
Y ya no quiso vivir más.
Y se olvidó de sí mismo.
Y dejó de respirar a bocajarro.
Y luego se despertó,
para no sentir si quiera...
alivio.
La timidez es un gran pecado contra el amor.
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