Me miro en el espejo y veo cansancio.
Mujer rota y desmembrada.
Descosida un par de veces y vuelta a hilvanar.
Párpados teloneros con los que dejar de ver.
Sueño.
Dolor, lucha y tristeza.
Pocas victorias.
Ojera
Negra, marcada y hundida.
Dos embalses ahora secos aunque en su día rebosaron sal.
Veo rojeces a los pies del pantano oscuro
Vestigios
Sutiles ruinas de cada golpe, cada huella, cada traspiés, cada mentira, cada desdén, cada caída, cada palabra hiriente y cada ninguneo.
Veo surcos.
Dos.
Veo mucho sin sabor.
Veo una mandíbula fuerte y doliente.
Apreto mis dientes.
Miedo.
Ira, rabia y la sensación de no ser nadie.
Veo mucha pena
Acurrucada y escondida tras la piel.
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Veo risa.
Sonrisa y mejillas sonrosadas.
Vida.
Veo mis poros emanando ganas a presión.
Principios y finales.
Años bien vividos, otros perdidos.
Veo un Ave Phoenix.
Veo el cabello de un caballo
Una melena que una vez no fue
Y que ahora, en pañales y rubia, vueve a dejarse despeinar por el nordeste y de nuevo abriga mi nuca expuesta, en los días más fríos.
Veo una gran nariz
Amorfa pero importante
Imponente
Veo derrotas, pero también retos.
Veo trabas, pero también ayudas.
Veo caminos por andar con muchas bifurcaciones.
Exploraré los dos (o los treinta y dos si me da tiempo)
Sobre todo
Alcanzo a ver un trocito de inocencia a salvo
Y una pizca de irresponsabilidad.
Mucha independencia.
Veo futuro infinito.
Veo un mañana, hoy.