miércoles, 11 de abril de 2012

NACER / MORIR

Nazco
en las ventanas de la noche
cuando con suerte  sólo escucho el silencio.
Cuando sola,
cierro los ojos
y el mundo recupera  su sitio.

Nazco
cuando el mar es sólo mío
cuando el cielo dibuja nubes para mí
cuando el viento me vuelve piel roja  otra vez,  
despeinando mis ideas lentas.

Y nazco
entre la hierba que toca mis dedos
y en el abrazo eterno del rocío.

Me entrego a morir a la apatía,
a lo inhumano,
 al prototipo de la no espontaneidad. 
Al emplazamiento.

A la sequedad de las personas encajadas en sitios que nunca fueron suyos.
Al asco de la munición.

Muero en apuestas carentes de todo fin, 
cuando recorro pasillos oscuros
arrastrando los bultos e imperfecciones de las vidas que tanto desdeño.

Muero  ante el suicidio del que no sabe tocar un piano
ni bailar ante la hoguera mientras seduce a la luna 
o embriagado, bebe de las estrellas,
rozando la noche con su dedo.