Los anfitriones han sido consumidos,
envenenados nos sirven de risión.
La herrumbre y el orín han calado sus ancestrales tuétanos
formando parte articulada de su pobre motor.
Ya sólo funcionan por impulsos. Y chirrían.
Mecánicos, como los vómitos, los espasmos y sus putos parpadeos
y nos han desheredado.
Destronados.
Las ratas han vuelto a dominar su mundo.
Las cucarachas campan a sus anchas entre tanto bicho, tanta suciedad, tanto barro y ponzoña.
Sólo comen. Sólo beben. Acechan. Reptan. No más.
Protegidos con queratina "patente de corso".
No respires fuerte que molestas. No consumas tanto aire. Tu aire está de más.
"No hay cama pa tanta gente".
Solo hay nido para arpías.
Mullido. Haced hueco, caben más.
Las alas al suelo.
Las alas, con las que cree estar volando.
Al suelo.
El impacto brutal e irremediable.
Un escándalo del que una multitud expectante es testigo y se harán eco.
La muchedumbre grita "pa fuera, pa la calle".
El final se acerca.