de mis días,
sin ti,
a los sinsabores
atroces
de no tener nada adentro.
Porque en esa ausencia perpetua
estás solo tú.
Porque esa,
tu ausencia,
se ha convertido en mi casa.
Y convivo cada día con todos mis sentimientos,
y los coloco,
los intento reordenar...
mas son demasiados,
y agotada ya,
me doy por vencida,
y los dejo caer como si tal cosa.
Y los miro,
y ya no sé qué pensar.
Prefiero una vida contigo.
O una muerte tal vez.
Siempre contigo,
a tu lado,
porque sé que eres tú.
Sólo tú,
el que tiene que estar.
No hay espacio para nadie más.
Escojo el dolor, la angustia, la impotencia, la duda,
al absoluto bienestar.
Porque así sé que estoy viva.
Así...
sé
que estoy viva.
Porque en ese dolor,
en ese vacío,
recuerdo
tu nombre,
recuerdo que tú no me necesitas tanto.
Recuerdo que yo
tampoco a ti...
nunca fue necesidad,
afortunadamente.
Recuerdo que quisiera necesitarte
que me necesitaras...
Y me acuerdo de ti.
Vuelvo a visualizar tus ojos,
tu cara,
tu risa ,
tu solo tú,
tan auténtico.
Es preferible,
(únicamente en mi caso)
sentir miedo,
amor,
desesperación,
impaciencia,
rabia,
dolor,
a no sentir
ni tan siquiera el frío.
El frío.
El que sientes cuando estás solo,
tan adentro...
Quiero sentir tu frío
que hace pareja afín con el mío.
¡Dejadme en paz así!
los que os hacéis grandes en vuestra propia miseria,
los que os molestáis con las vidas de los demás,
los que vivís hundidos en vuestros propios lodos,
que aún pretendiéndolo,
no logran salpicar a nadie...ni tan siquiera de lejos.
Así quiero vivir: muriendo.
Así quiero morir: sintiendo.
Así me encuentro bien,
en el limbo entre la realidad y la más noble locura.
Y lo pienso y me da tanta pena...
Eva! me gusta muchísimo! eres grande! siempre! besos! ML
ResponderEliminarBuen poema, Eva. Acariciamos las ausencias. Estamos vivos. Te mando todos los besos.
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