Los muertos, los que han visto todo,
han perdido sus almas,
las buscan en el más allá,
mas ellas, despistadas, vagan,
se almacenan en un velo,
eclosionan en gotas,
confundiéndose con nimbos,
y siguen ahí,
por los siglos de los siglos,
lloviendo su saber.
Las almas, cansadas de ser aire, susurraron a las nubes
que las envolvían cantarinas y peleaban por tocarse,
sin éxito.
Se desenvolvieron
y en un baile ancestral se hicieron viento
y se metieron en tu pelo
y lloraron todas tus penas.
Desorientadas, pululan alrededor,
queriendo volver a los cuerpos
de los muertos
inexistentes
que un día las abrigaron.
Vagabundas, no saben dónde ir.