miércoles, 21 de diciembre de 2016

DEMASIADOS MERRYS





La vida continuaba igual, millones de personas en fin de año con gorritos rojos y un pompóm, borrachos, haciendo eco de su profundo amor por los demás. 

Feliz año, feliz navidad, felices fiestas, feliz felicidad, incluso hubo quién dijo una vez: Feliz Reyes (...) me llevé las manos a la cara, negando con la cabeza.
Los hipócritas seguían campando a sus anchas armados  esta vez con gorritos, cava y buenos sentimientos... 

El pánico se apoderó de las buenas gentes en la ciudad del rock.







lunes, 19 de diciembre de 2016

EL TU ARUME


Llamáime babaya por non saber a qué güele una nube...

¿A mí qué m´importa?
si ya sé cómo ye'l  to arume.

Güeles a llibreta nueva 
tamién a llibru vieyu 
güeles a mar, a orbayu y a tierra.

A piel, a cueru bien curtíu, 
a la madera del mio árbol favoritu, 
güeles como'l pan fechu con rises, 
como'l  chocolate que se derrite ente los deos, 
         como'l sal  y el llimón,
                  como les sorpreses,
como los afalagos que te fai´l vientu na nuca
y nun contabes con ellos.

Güeles de güeyos zarraos y a suaños, 
a espertares imposibles d´imaxinar,
al café y al cigarru de la tarde
Y a la comisura d´una boca
onde voi dexar los besos que nunca doi.

Nun puedo nin siquier sentite, 
aunque fícelo un día y alcuérdome perbien...
pero puedo tarareai a les nubes el tu arume
que se trescalen de ti
                                 y entós, que te lluevan.







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TU AROMA


Llamádme imbécil por no saber a qué huele una nube...

¿A mí qué me importa?
si ya sé cómo es tu aroma.

Hueles a libreta nueva
y también a libro viejo
hueles a mar, a lluvia fina y a tierra.

A piel , a cuero muy curtido,
a la madera de mi árbol favorito,
hueles como el pan hecho con risas, 
como el chocolate que se derrite entre los dedos,
        como la sal  y el limón,
                como las sorpresas, 
como las caricias que te hace el viento en la nuca
y no contabas con ellas.

Hueles a ojos cerrados y a sueños,
a despertares imposibles de imaginar,
al café y al cigarro de la tarde
y a la comisura de una boca 
donde voy a dejar los besos que nunca doy.

No puedo ni siquiera sentirte,
aunque un día lo hice y me acuerdo muy bien...
pero puedo tararearle a las nubes tu aroma
que se impregnen de ti 
                                   y entonces, que te lluevan.

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sábado, 3 de diciembre de 2016

MICRORRELATO




Se conocieron en el metro, en los ires y venires apresurados de los días más desidiosos. Iban en la misma dirección, pero en diferente sentido.

Él era de campo, ella de ciudad y sólo había algo mayor que la distancia que los separaba y era la que los unía. Eran las ganas, la fantasía y el hechizo de dos, por dos.

Se miraron en un vaivén de suspiros y de seducción. Se amaron  cinco segundos. Se dieron las sonrisas, que tan caras se pagan, se tocaron con el alma abierta en canal. Fueron transparentes el uno para el otro mientras entraban y salían las gentes supurosas rompiendo la magia.

Llegó a su destino, se acercó a su boca ralentizado, pero le dio un beso en la frente. Ella cerró los ojos, mientras una lágrima fastidiosa irrumpía en escena, deslizándose por su cara directa al suelo mugriento del vagón.

Silencio. 

De vez en cuando la veo acariciarse la frente con la yema de sus dedos, a la hora del café de la tarde,
esperando en la estación, 
esperando encontrar vestigios de aquellos labios calientes,
esperando un tiempo que nunca llega.

Cierre hermético de puertas.