Nunca me importaste.
No me importas.
No haces mella.
No eres.
No hay guerra que ganar o que perder si
no hay batallas de por medio, no hay a quién aniquilar, ni a quién perseguir,
si no quieres.
Ni siquiera desenfundé mi espada. Nunca precisé.
No hubo tiempo.
No volveré a ser tu presa, tu escupidero,
tu mantel sucio, los bajos de tu pantalón. No llenarás más los oídos con tus
ruinosas mentiras, no harás de mí nada. La nada sólo vive en ti. No invadirás
mi vida, ni podrás acabar con mi risa, no eres quién. No querrás.
No intentes ni moverte, que caminas entre
muchas cuchillas que te pueden cortar y eres torpe.
No defrauda quién no puede defraudar
más.
No enmarrones, que aunque sabemos de
tus posibilidades, el barro sólo llega hasta el suelo y anida allí y sirve para que en él gocen sólo los cerdos. Goza.
No busques sicarios. No envistas a quién
nada te hizo. No quieras ser quién no eres. No lo eres. No lo serás.
No amenaces. No iría más que en tu contra.
No busques más…que ya encontraste…